Ideas para preparar la tabla de quesos perfecta
¿Quieres sorprender a tus invitados con un aperitivo inolvidable? Te contamos cómo preparar una tabla de quesos perfecta.
¿Te apetece darte todo un homenaje gastronómico? No hay situación que no resuelva una estupenda tabla de quesos, bien cortados, dispuestos de forma atractiva y con los acompañantes perfectos.
Además de elegir quesos variados y de calidad, ayúdate de un buen acompañamiento como frutas, frutos secos, mermeladas u otros productos ahumados y de charcutería. ¡La combinación de sabores salados y dulces, suaves e intensos os regalará una experiencia para repetir!
Puntos clave para preparar la tabla de quesos perfecta
¿Qué quesos elegimos?
Que haya una buena variedad de quesos es fundamental para que tu tabla quede completa.
Selecciona al menos 4 o 5 variedades para que haya para todos los gustos. Los hay blandos, semiduros, duros… Y, en cuanto a sabores, hay una amplísima gama que va desde lo más suaves, como el queso fresco o brie, a los más intensos, como los viejos y los azules.
¿Qué criterios utilizar? Podemos hacer tablas temáticas en función de la intensidad de su sabor:
- una tabla de quesos suaves o intenso,
- una selección de quesos tradicionales o curiosos,
- de su maduración (tierno, semicurado, curado…),
- de su textura (pasta dura, semidura, blanda, untable…),
- de su procedencia, españoles, franceses o, por qué no, andaluces.
Sin ir más lejos, en Andalucía tenemos 6 razas autóctonas que producen unos excelentes quesos:
- seis caprinas: Malagueña, Blanca Andaluza, Florida, Murciano-Granadina, Negra Serrana y Payoya;
- y dos ovinas: Segureña y Merina.
De éstas, se obtienen quesos tan populares como los de cabra de Andalucía, con Calidad Certificada; el queso Payoyo de Cádiz; los quesos de Málaga o Rondeño o los de La Alpujarra, entre otros.
Pero, para los verdades amantes del queso lo mejor es jugar con texturas, intensidades, formas y procedencias distintas. ¡Toda una experiencia para los sentidos! Una buena secuencia sería la siguiente, de menor a mayor intensidad:
- Empezamos con quesos lácticos de cabra. Han de ser jóvenes porque si son maduros tendrán un sabor muy intenso.
- Seguimos con un queso de pasta blanda tipo camembert de vaca o de oveja o un queso bola. Si los queremos de sabor más suave, fíjate que la corteza sea blanca. Si tiene tonos amarillos y anaranjados, su sabor será más intenso y su textura será más cremosa.
- Continuamos con un queso tipo manchego, un tradicional sabroso que no falla. Si quieres darle un punto distinto, opta por uno ahumado.
- Ahora, podemos introducir un untable, tipo torta o una variedad muy cremosa que pueda acompañarse de tostas e invite a repetir.
- Es el momento de probar alguno especiado, bien con pimentón, trufa o hierbas aromáticas.
- Seguimos con uno de pasta extra dura como un Gouda añejo o un buen parmesano. ¡Irresistibles!
- Terminamos con los más fuertes, los quesos azules. Si quieres producto patrio, un Cabrales, no lo dudes.
Así cortamos los quesos
¿Todos los quesos se cortan igual? No ¿Y las cortezas se desechan? Tampoco. Aquí van algunas claves básicas para cortar queso:
- Los quesos pequeños y planos, como por ejemplo el queso Camembert, deberán cortarse como una tarta, en porciones triangulares iguales, partiendo del centro hacia los bordes.
- Si son muy cremosos, mejor córtalos en cuñas enteras y coloca un cuchillo en la tabla para servirse sobre la marcha.
- Las cortezas naturales no se desechan, pues aportan aromas y sabores importantes. Las cortezas de las pastas blandas se dejan todas y se comen siempre.
- Quesos redondos y grandes, como por ejemplo el queso brie, tanto si se presentan enteros como si se presentan en cuñas, se deben cortar primero en lonchas largas y a continuación cortar esas lonchas en dos.
- Los quesos cilíndricos, como por ejemplo el rulo de cabra, se cortarán en rodajitas de un extremo al otro del queso.
- Los quesos cuadrados se cortan como los quesos redondos pequeños, en porciones triangulares desde el centro hasta el borde.
- Quesos redondos duros o semiduros, como por ejemplo quesos castellanos y quesos de oveja, el queso entero se cortará primero por la mitad, luego una cuña y a continuación podrán hacerse triángulos iguales desde la corteza hasta la cuña, evitando que sean demasiado finos o demasiado gruesos.
- Quesos azules en cuñas, como por ejemplo Roquefort, se colocan sobre una de las dos secciones y se cortan en forma de abanico, al bies hasta el borde del queso.
- Los quesos redondos parafinados en cuñas, como el queso Bola o Gouda, se colocan sobre una de las dos secciones y se cortan en porciones triangulares desde el centro de la cuña y al bies hasta los bordes del queso, en forma de abanico. Asimismo, se pueden cortar en cubitos del mismo tamaño.
- La torta se abre por arriba y se rodea de picos o crackers en abundancia.
- Quesos muy duros, como el Parmesano no se cortan, se parten simplemente en trocitos irregulares, generalmente con la ayuda de un cuchillo tipo punzón.
Los mejores acompañantes
Enriquece tu tabla de quesos con acompañantes como estos. ¡Le van a las mil maravillas!
- Embutidos: jamón ibérico, chorizo ibérico, salchichón, salami, lomo embuchado…
- Ahumados: atún, salmón, bacalao…
- Fiambres: elaborados con pechuga de pavo, de pollo, jamón cocido y sus versiones con trufa, pimienta, finas hierbas, etc.
- Aceitunas.
- Frutos secos: nueces, anacardos, almendras, avellanas, pistachos…
- Frutas naturales: uvas, higos, moras, frambuesas…
- Frutas deshidratadas: mango, piña, ciruelas, orejones, pasas o arándanos.
- Panes: en rebanadas, además de tostas, crackers, picos y regañás.
- Confituras: mermeladas y miel, dulce de membrillo o calabaza confitada, bien presentados en tarritos o cuencos.
- Encurtidos: aceitunas, mini pepinillos, alcaparras…
- Verduras: tomates cherry, bastones de zanahoria, pepino en rodajas…
Evita los sabores muy fuertes para que no enmascaren a los quesos.
Una tabla de quesos con armonía
Otro aspecto fundamental para preparar la tabla de quesos perfecta es la distribución de los alimentos.
Una vez cortados, colocaremos los quesos de izquierda a derecha, en el sentido de las agujas del reloj, de más suaves a más intensos. Queda muy vistoso identificarlos de alguna manera, por ejemplo con unas banderitas con su nombre, procedencia, tipo de leche, etc.
Trata de que los distintos trozos de queso queden muy pegados, no sólo porque da una mala imagen, sino porque así evitas que se mezclen los sabores. Una buena manera de organizarlos es colocando juntos los de la misma variedad y separarlos entre sí con otros alimentos: regañás, picos, trocitos de pan tostado, frutos secos…
Por lo demás, déjate guiar por el sentido de la estética y combina formas y colores para que reine cierta armonía y apetezca con solo mirarlo.
Combinaciones que triunfan
¿Afinamos un poco más? Te sugerimos algunos maridajes con queso con los que acertarás seguro.
- Queso crema y salmón ahumad.o ¡Un clásico!
- Queso de cabra con mermelada de frambuesa, tomate o albaricoque. ¡Y una copa de vino blanco!
- Queso azul con nueces y pera. También hace buena pareja con los higos y las uvas.
- Queso fresco con mojama de atún y miel.
- Quesos poco curados con fresa o frambuesa.
- Quesos curados con melón o nectarina. ¡Y por supuesto con aceite de oliva!
- Parmesano con mermelada de albaricoque.
- Quesos suaves y cremosos con anchoa.
- Queso untable con bastoncitos de zanahoria, rabanitos, pepinillo…
- Queso brie con mermelada de melocotón.
- Queso cheddar con mandarina.
- Quesos cremosos como tortas con pimentón y gratinados al horno son una delicia.
- Los quesos frescos, como el feta, con un chorrito de buen aceite e hierbas aromáticas.
Detalles que marcan la diferencia
Además de todos estos tips que hemos visto para preparar la tabla de quesos perfecta, podemos subir de nivel prestando atención a otros detalles que marcan la diferencia.
- El más básico es la superficie sobre la que vamos a colocar nuestros quesos y los acompañantes. Desde una bonita tabla de madera rústica a una de pizarra, pasando por un plato llano con decoración atractiva o una bandeja lo suficientemente grande pueden servir de presentación para los alimentos.
- Otro detalle que se nos suele pasar por alto pero que es fundamental es contar con cuchillos bien afilados. Tendremos que enfrentarnos a quesos de pasta más dura para los que habremos de estar bien preparados. Si quieres un corte profesional de los quesos blandos y azules, utiliza una lira. Si puedes, utiliza diferentes cuchillos para cortar los quesos y evitar, así, que no se mezclen los sabores entre ellos mismos y se puedan trocear adecuadamente.
- Cantidades. Piensa cuántos comensales van a sentarse a la mesa. En general, podemos calcular unos 80-100 g si es una tabla de postre o si forma parte de un menú completo; podemos ir subiendo hasta 175-200 g si los quesos serán el gran protagonista de la comida o cena.
- ¡No se te ocurra sacar los quesos cuando vayas a servirlos! Lo recomendable es sacarlos a temperatura ambiente dos o tres horas antes de consumirlos.
- ¿Y para beber? Si no quieres contaminar el sabor de los quesos, opta por agua mineral. En caso de que quieras combinar sabores, una cerveza artesanal puede ir de maravilla. Si hablamos de vinos, el vino blanco y la sidra también son un poco comodín y la mejor opción para acompañar quesos más suaves y tiernos. El vino tinto y los blancos fermentados conviene reservarlos para quesos más curados, especialmente los de leche de oveja. Otros maridajes interesantes son los amontillados, finos y palos cortados, excelentes con quesos de cabra o una torta untuosa y aromática.
Ahora que sabes todo lo necesario para preparar la tabla de quesos perfecta. ¡Sólo te queda probar!